Con su mirada en el suelo camina y camina al parecer sin rumbo alguno. Se siente triste y desanimada porque su madre y su padre la desprecian por ser lesbiana; no se explica el señalamiento por parte de ellos, “no fue fácil tomar la decisión de confesar que me gustaban las mujeres, pero me atreví y hoy me siento en paz conmigo misma y eso es lo más importante” dice Victoria, una joven de 22 años y estudiante de diseño grafico. Al mirarla, sus ojos se pierden en el infinito y guarda silencio. Ella es una mujer que se viste con ropas anchas, ropas que no permiten que las curvas de su cuerpo se detallen, confiesa que compra ropa de hombre por que se identifica con ella y agrega: “antes usaba ropa pegada al cuerpo, pero los hombres son muy morbosos y sus miradas desnudan el cuerpo y eso no me gusta, además, con la ropa ancha me siento más cómoda”.
Descubrir que es lesbiana no ha sido fácil; en casa, desde pequeña, la molestaban con los amiguitos del barrio, y le preguntaban constantemente ¿Cuál es el novio? Desde pequeña sentía emociones que no comprendía cuando jugaba con sus amigas y se bañaba con sus primas. Cuenta que los hombres nunca le han gustado y sobre todo desde de que su abuelo la acariciaba en las partes íntimas cuando su madre se dormía, dice no perdonarlo aun después de muerto. Cuando habla de él, el odio se apodera de sus ojos y su boca y replica en voz alta “Ojalá Dios lo tenga a fuego lento en el infierno, porque no lo perdono. Me ha hecho mucho daño” y continúa “el hecho de que él me hiciera eso, en gran parte hace que no me gusten los hombres”. La juventud de Victoria estuvo llena de ambigüedades sexuales y un vaivén de dudas que no le permitían aceptar su preferencia sexual. Recuerda cuando estaba en el colegio en grado noveno y menciona a Catalina, una joven que todos sabían que era lesbiana. En una oportunidad que se encontraba en la sala de lockers, sola, Catalina llegó, al verla –cuenta- salió como alma que lleva el diablo porque le daba miedo el simple hecho de tenerla junto a ella. Luego descubrió que era miedo al ver en Catalina ese reflejo de lo que ella era en realidad. Después de un tiempo se acostumbró a esa joven a la que tanto le temía y con el pasar de los días se hicieron amigas.
“A Catalina le debo en gran parte mi aceptación, después de conocerla y ver que el hecho de que le gustaran las mujeres no cambiaba nada de ella, me hizo reflexionar sobre lo que pensaba de las personas homosexuales, pensamientos que no eran propios sino infundidos por mi madre y mis tías que decían cosas horribles cuando hablaban del tema, hoy comprendo que en el fondo lo hacían para presionarme indirectamente, estoy segura que sabían que era lesbiana antes de que yo lo descubriera”. A pesar de los prejuicios y los moralismos de esta tierra machista y paisa, Victoria hoy puede autodenominarse una lesbiana feliz.
Según Marta Helena Vélez, psicóloga de la Universidad San Buenaventura, todos los seres humanos en algún momento de su existencia pasan por el proceso de identidad sexual, unos en la niñez, otros en la juventud y en la edad adulta. Hay también casos de personas que se aceptan o se descubren después de que han conformado una familia. De seguro las personas que hoy día son homosexuales, bisexuales, transexuales entre otros, son muchos los miedos que han vencido y superado antes de tomar tal decisión, puesto que no sólo es una decisión sexual, sino también un estilo de vida que se asume.
Para Victoria, aceptarse como mujer que gusta de mujeres necesitó una mano que no la señalara, más bien, una mano que la apoyara. Catalina, en este proceso personal de Victoria, jugó un papel importante, desde que se conocieron la comprendió y supo por qué situación estaba pasando por su experiencia; desde hace seis años sostienen una relación afectiva y viven felices en un cuarto que rentaron desde hace dos años. Victoria recuerda que no fue nada fácil aceptarse, y hoy se ríe del pasado.
Por Wilfer Sánchez García
1 comentarios:
Es un buen texto, ilustras muy bien el personaje de la historia y muestras una realidad que no nos es ajena y que tampoco deberia escandalizarnos. Felicidades compañero!!!!
Publicar un comentario